Friday 13 February 2009

Abejas de granja vs. abejas silvestres. El apicultor



Bien, ya hemos visto como el dinero y la miel son dos conceptos equivalentes. Las abejas utilizan la miel como moneda de intercambio común y a la vez como la base de toda su sociedad. Con la miel construyen panales, trampas, túneles, celdas, y a la vez se alimentan de ella. Mientras la abeja reina sea capaz de procurar, con su inteligencia y sus dotes organizativas, este dorado elemento, su reinado será largo y próspero. En realidad toda la magia se basa en una ley natural muy simple: ningún ser vivo muerde la mano que le da de comer. Las abejas obreras podrían matar a la reina de un certero aguijonazo. Sin embargo ni se les ocurre hacerlo pues todo su estado de bienestar se basa en las dotes organizativas de la abeja reina. De la misma forma, las clases trabajadoras en las sociedades humanas sólo son capaces de levantarse en armas contra su clase dirigente cuando les falta el plato en la mesa. Con las abejas ocurre exactamente igual. El proceso de Supercidio no tiene lugar mientras la miel fluya como maná llovido del cielo a los integrantes de la comunidad, pero si la miel faltara un día, las abejas obreras empezarían a ponerse nerviosas y a despertar de su letargo; se volverían cada vez más y más agresivas y al final acabarían destronando y matando a su reina y poniendo a otra.


Ahora bien, el proceso anteriormente descrito normalmente sólo tiene lugar con las abejas silvestres pues en las sociedades de las abejas de granja es el apicultor el que induce el supercidio o el que lo lleva el acabo directamente. Aquí el primer paralelismo que puede venir a la mente es el asesinato de Kennedy. Pero vayamos por partes. En las sociedades de abejas silvestres no existe el crédito. Tanta miel producen sus abejas tantos recursos tienen, ni uno más ni uno menos. Por tanto si la miel escasea, bien porque la reina está vieja o bien porque está enferma, la situación es de vida o muerte para la colmena. Dentro del desafío contra la naturaleza que suponen las organizaciones que buscan la seguridad y el bienestar, la organización de las abejas silvestres es aún un grado intermedio. Existe otro grado aún mayor de bienestar y seguridad y ese es, sin duda, el que disfrutan las abejas de granja. El modelo de las sociedades de abejas de granja es exactamente igual al modelo de bienestar de la sociedad occidental, donde las abejas obtienen préstamos del apicultor, que adelanta las estructuras, tales como la colmena con sus panales y los campos de flores, de forma, digamos, "altruista" y que a cambio consigue el valor de su altruismo por triplicado en cantidad de miel y derivados de esta.


La ecuación es sencilla. La abeja reina también quiere su grado de seguridad y con ella todas sus obreras. Una colmena ya construida, con hipoteca en cómodos plazos, es una tentación, sobre todo existiendo otra ley natural que es la de la tendencia al mínimo esfuerzo. La cosa viene que ni pintada, pero... Un momento, la colmena hay que pagarla tarde o temprano, ya que esta vez no la han construido con miel, ni tampoco es el fruto de su esfuerzo. Entran más leyes naturales en juego. Primera Ley de la termodinámica: no se puede crear energía de la nada. Si el apicultor ha construído la colmena esperando obtener más energía que el esfuerzo puesto en construirla es porque lo que va a obtener de las abejas compensa con creces el esfuerzo. Es un simple juego de suma cero que las abejas sólo podrían entender si la naturaleza lo hubiera programado en sus instintos o si se obrara el milagro de una evolución espontánea. El beneficio extra del apicultor, naturalmente, sale del esfuerzo extraordinario de las abejas, no de la nada. Recordemos que no se puede crear energía de la nada. Por tanto la cosa es como sigue: las abejas acceden a volverse, digamos, semi domésticas, a cambio de la seguridad de una estructura de diseño humano, algo más fría pero que no hay que construir y que además parece segura. Se acomodan en esta estructura que, en general, suele estar cerca de campos de flores adecuados al tipo de abeja con lo cual, nada mejor para las abejas que tener la oficina al lado de casa. Más comodidad. Ahora bien, el apicultor tiene que amortizar la inversión y por lo tanto tiene que estimular a las abejas para que sean más productivas. Para ello se sirve de hormonas y vitaminas industriales diseñadas exclusivamente para estos simpáticos insectos Por otro lado las abejas se alimentan de miel. Es normal que si se las sobreestimula (se las mete en una dinámica consumista para explotarlas más por seguir con los paralelismos) necesiten alimentarse mejor. Pero esto no es posible porque el apicultor necesita la miel, es su moneda de intercambio con las abejas y la única forma que las abejas tienen de pagar la hipoteca de su colmena. En suma, cada cierto tiempo le llegan a las abejas los plazos de la hipoteca que les privan de su propia comida (las abejas no llegan a fin de mes) esto, naturalmente, encabrona bastante a las abejas, pero el del banco, digo, el apicultor, es un tipo listo. El cabrón va a cobrar con escafandra y un inciensario que expele un humo que actúa como estupefaciente (chemtrails, marihuana, fluoruro de sodio, telenovelas, gran hermano, una play3 al domiciliar la nómina...) con las abejas. Así éstas reciben un refuerzo positivo justo cuando el otro va a cobrar (reciben la nómina a primeros de mes justo cuando el banco les pasa la letra de la hipoteca). Ah, y se me olvidaba, como el apicultor necesita que las abejas sigan vivitas y coleando, les sustituye "la miel que se ha cobrado" por un sucedáneo hecho a partir de agua con azucar (comida rápida/comida basura, alimentos transgénicos, carbohidratos, grasas saturadas). Esto, volviendo a los principios de la termodinámica, se convierte en una espiral. Las abejas al alimentarse peor; agua con azúcar en vez de miel, enferman más a menudo y son más propensas a los ataques de los parásitos y a contraer todo tipo de enfermedades de abeja. Entonces el apicultor que siempre es "benevolente", se dedica a ponerle todo tipo de drogas y medicamentos para que las abejas duren por lo menos el tiempo suficiente como para amortizar la colmena, (vacunas con mercurio, aparatos hechos con metales para las muelas cariadas por el exceso de azúcar y basura en la alimentación, tranquilizantes para el estress, estresantes para la pachorra de tener que ir a recolectar a las seis de la mañana con atascos al salir de la colmena, drogas de diseño, etc...).


A todo esto nos estamos dejando un par de detalles entre líneas. El primer detalle es saber si pagarán algún día las abejas la hipoteca que tienen contraída con el apicultor y la respuesta es NO rotundo. Sin hipoteca sobre la colmena, desaparecería el flujo de dinero/miel/poder hacia el apicultor y éste se tendría que dedicar a la cría del berberecho. El banquero necesita que la clase obrera esté permanentemente endeudada con lo cual el banquero no puede permitir que las abejas obreras salden sus deudas. El segundo detalle es saber si esa evolución espontánea que se ha mencionado más arriba pudiera llegar ocurrir y por tanto, que las abejas de repente intentaran escapar de la trampa del apicultor y guiadas siempre por su reina. La respuesta a esto es sí, y de hecho ocurre a menudo. No son pocas las veces que las abejas se le escapan al apicultor y tiene, precisamente por ello, que tener mucho cuidado para evitar que esto ocurra. Lo que hace el apicultor es garantizarse que todo el espacio de alrededor de la colmena esté también bajo su poder de forma que escapen a donde escapen las abejas vayan a parar (Okupar) otra propiedad de su dominio de la que las pueda deshauciar para hacerlas retornar bajo el poder de su influjo. Ni que decir tiene que a fin de que la mayoría de las especies de abejas sean domesticas, y para evitar mayores tentaciones de libertad, los apicultores exterminan sistematicamente a las abejas salvajes (tercer mundo) para evitar que drenen el polen que deberá estar totalmente reservado para sus pequeñas esclavas.


Hasta ahora nos hemos referido exclusivamente a las sociedades humanas, digo, a las abejas. Ahora vamos a analizar un detalle importante: ¿es el apicultor una abeja? Desde luego que no, es más, es posible que ni siquiera sepa volar o incluso que deteste la miel. Es algo completamente ajeno a la colmena. Se diría que es alienígena y remito de nuevo a la foto de cabecera. Para las abejas debe ser peor que un Predator, un ser sobrenatural, un cthulhu descomunal, cruel y perverso que les roba la miel. Es posible que, si llegáramos a descifrar el lenguaje ritual de las abejas, pudiéramos ver incluso páginas web en formato danzas populares circulando de aquí para allá, con la versión abejuna de Alex Jones, David Icke o Rafa Pal hablando de las élites de apicultores reptilianos que les sacan los cuartillos para enviarlos en un giro al planeta Ganímedes. No sé. Lo cierto es que, más o menos hasta el siglo XIV o XV aproximadamente, fuimos abejas salvajes y nuestras abejas reinas, mejores o peores, con sus enfermedades y sus decadencias, intentaban mantener a flote sus colmenas porque ellas habitaban dentro, junto con sus abejas obreras. Hasta ese momento la cantidad de miel que había para construir todo y para comer era la que se podía fabricar en un momento dado y ni una gota más. A partir de entonces aparecieron los prestamistas y los bancos, especulando con el dinero y plantando sus colmenas de IKEA como trampas para ratones aquí y allá. El golpe mortal definitivo a la colmena tradicional lo asestaron con las reformas religiosas y la abolición de las leyes que prohibían la usura y remataron, más tarde la jugada, acabando con el antiguo régimen, a partir de la guerra de independencia de los EEUU y posteriormente la revolución francesa y el liberalismo. Ahora la pregunta que hago:
¿Son los banqueros abejas? ¿Forma la banca parte de la colmena o sirve, más bien, a otros amos?

2 comments:

  1. Una vez más felicitaciones por la comparación, muy bellas palabras, voy leyendo el blog desde el principio, y hasta ahora no tiene perdida

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  2. Siento haber llegado tan tarde al blog.
    La comparación es simplemente Magistral.
    Es más, asusta.
    He tenido que leerlo un par de veces para asimilar todo.
    Llevo años intentando entender esta vida que nos ha tocado vivir y sólo en este sitio (web) han dado una explicación sin aderezo de donde estamos y a donde vamos.

    Seguiré leyendo tus entradas (mínimo un par de veces, hay que sacarse muchísimos prejuicios de encima para seguir este blog, cosa que que hace que me llame mas todavía)

    Un abrazo

    Paolo Triki

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